Celebremos la vida, celebremos la muerte

Aunque la muerte es algo doloroso porque estamos en la dualidad y siempre que un ser querido se va nos duele, para la mayoría de corrientes espirituales las personas que fallecen están naciendo a la vida. De hecho, muchas culturas sostienen que cuando uno muere nace a su verdadera vida de dios. Por eso, por ejemplo, en la cosmovisión cristiana el paraíso está después de la vida. Según estas verdades, el lugar donde estamos ahora -lo que llamamos vida- es la muerte, y todo está muerto hasta que nosotros empezamos a poner vida o existencia a cada cosa. También este plano es el lugar donde venimos a purificar nuestros patrones para luego renacer, y éste era el motivo por el cual en las culturas antiguas se sacrificaba a la persona que mayor nivel espiritual tenía. Era un honor ser sacrificado, pasar a otro plano y reencarnar totalmente en la esencia divina. Ese camino se va despertando en nosotros una vez vamos añadiendo conciencia a las cosas que hacemos dentro de este plano. No hay que buscar la muerte para eso, sino aprender a vivir.

Cuando nos enfrentamos a una experiencia de muerte cercana, lo mejor que podemos hacer por esa persona que se va es impulsarle a que trascienda y se eleve, lo que significa celebrar la muerte, respetarla, bendecirla y honrar a ese ser querido poniendo el máximo de amor que se pueda dentro de la situación. Cuando sufrimos por la persona que ha muerto, inconscientemente le estamos poniendo un amarre energético queriendo mantenerlo en este plano y muchas veces podemos generar que quede atrapado en un plano astral. Si sostenemos la idea de que cuando muere va a nacer a un estado superior de conciencia, lo que hacemos es celebrar su muerte y romper todo lazo que de alguna manera lo ate para darle nuestro impulso y que suba a su luz. 

Toda la vida es una preparación para el momento de morir. Te va enseñando que todo lo que ves es irreal, programas e historias, y a soltarlas, y también a vivir cada experiencia tal cual es.

Nuestra sugerencia es que en el momento en el que tengamos que pasar el tránsito de la muerte, lo disfrutemos y vivamos todo lo posible. No tratemos de escapar, de huir. Pongamos toda nuestra alegría y vibración para entrar a un nivel superior de conciencia. Es probable que en ese momento aparezcan juicios y jueces, pero no son más que proyecciones mentales, una ilusión más. Hemos de olvidarnos de todo eso, entender que es una distracción y vibrar en amor. No tengamos miedo, pues si nos dejáramos llevar por esa imagen probablemente nos llevaría al siguiente sitio y todo continuaría siendo un proyecto de nuestra programación en un siguiente nivel.

Aprender a partir del plano físico es una de las lecciones más importantes del iniciado, ya que no sólo hemos de vivir conscientemente, sino también morir. Gran parte del camino hemos de aprender a vivir con conciencia y otra gran parte a morir de forma consciente, y a su vez a medida que aprendemos a vivir desde la existencia vamos soltando el miedo a morir, que es lo que crea la esfinge en el psiquismo. Donde no hay nada que perder porque no hay nada que vaya a morir, no aparece ningún bloqueo, pues la esfinge aparece por el miedo a que mueran las cosas.

Aprender a morir y celebrar cada segundo de vida y muerte es lo más elevado que podemos realizar en este plano dual donde convergen todos los sentimientos; la luz y la sombra, el miedo, el dolor y el amor. Trascendamos todo ello y celebremos la muerte en vida.